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19
Jul

Desenlace del caso Arctic30

Septiembre de 2013. Por cosas del destino, me hallaba escribiendo el capítulo que dedico al cambio climático en mi libro Rainbow Warriors, historias legendarias de los barcos de Greenpeace cuando me llegó la noticia: el Arctic Sunrise, el rompehielos de Greenpeace, había sido asaltado en aguas internaciones por la armada rusa y secuestrado. Pocas horas antes, el grupo de activistas que había intentado subir a la plataforma petrolífera Prirazlomnaya, propiedad de la compañía Gazprom, había sido violentamente reducido a punta de pistola y con muchos disparos de por medio.

Esa plataforma petrolífera era muy simbólica: se trataba de la primera vez que se iba a extraer petróleo en el océano Ártico. La protesta era pacífica y estaba sostenida por un argumento ético muy potente: si hay un derrame de petróleo en esas aguas, el desastre medioambiental será de proporciones terribles, no habrá nada que pueda paliar el daño a ese frágil ecosistema. Pero, además, es precisamente la quema de combustibles fósiles lo que está causando el deshielo de los polos.

Las imágenes que llegaron del asalto a los activistas ponía los pelos de punta. Fue un milagro que nadie resultase herido. Después llegaría otra noticia que hizo que todos los que estábamos dentro de la organización nos sintiéramos angustiados: se había condenado a dos meses de prisión preventiva a los 30 tripulantes del barco. La angustia no era sólo por el hecho de tratarse de una prisión rusa y en el Ártico con las imaginables terribles condiciones de supervivencia que los compañeros habrían de sufrir. Lo peor era la incertidumbre: ¿serían dos meses o acabarían siendo muchos más, incluso años? Para todos aquellos que hemos tenido relación con los barcos de Greenpeace, se trataba además de personas conocidas, queridas.

La organización prácticamente abandonó todas las campañas para centrarse en conseguir la liberación de los bautizados como Arctic30. Hubo miles de adhesiones en todo el mundo, gente famosa de toda índole, premios nobel de la paz, políticos… Recuerdo pasar horas hablando con compañeros que estaban involucrados en la ayuda directa de los presos y con otros que vivían la misma angustia. Yo me acerqué a Valencia para unirme a la campaña. He aquí la foto.

Acababa de terminar el capítulo cuando se produjo la liberación. Supuso un gran motivo de celebración, una enorme felicidad. Entonces me llamó el editor de New Internationalist, la editorial inglesa que sacó mi libro a la luz, y me dijo que tenía que contar lo que había pasado. Iba algo agobiada porque tenía que cumplir la fecha de entrega del libro pero realmente tenía que hacerlo aunque supusiera una gran presión para mí.  Finalmente, pude montar esta historia con toda la información salida a la luz pública y la inestimable ayuda de unos cuantos involucrados, en especial, de Camila Speziale y Phil Ball (dos de los cuatro escaladores de la plataforma petrolífera).

Han pasado ya tres años y medio de todos estos hechos. Hoy se ha producido una noticia que definitivamente pone el broche formal a esta historia: un tribunal internacional ha condenado a Rusia a pagar 5.4 millones de euros a Holanda en compensación por los daños y costes derivados del secuestro ilegal del barco de Greenpeace.

#Arctic30 #HistoriasdeRainbowWarriors #RainboWarriorStories

 

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